Peugeot gris
Hoy entré porque sí a Facebook y pensé en cuánto pasó desde que subí esta foto de portada. Entonces vi que la fecha era de un 14 de abril como hoy pero hace siete años y sonreí porque aunque cuando escribo ficción prefiero evitar las coincidencias, me hacen sentir un vértigo en el estómago cuando suceden en nuestro mundo.
La última vez que hablé con mi abuelo me dijo que quería leer mi novela. Yo ya había decidido dedicársela a él, pero me daba miedo que la leyera y no le gustara. Le prometí una copia cuando la terminara, pero murió antes de que pudiera hacerlo. Era un abril. El año pasado, también en abril, escribí:
PEUGEOT GRIS (2004)
En el recuerdo me materializo en casa de Daniela. No sé cómo llegué ni conozco el nombre de la calle, pero puedo ver la fachada de una amplia casa de dos pisos. De Daniela todavía recuerdo su voz y el "mucha mierda" antes de cada parcial. Me gustaban sus clases o me gustaba ella, no sé. Sé su apellido porque me lo dijeron muchos años después, pero no es parte de mi recuerdo: a mis doce años ella es sólo Daniela.
Todos los viernes después de la clase, mi abuelo abre la puerta de su Peugeot gris. Es automática y eso me fascina porque para abrirla hay que apretar un botón. En su auto sólo se escucha música clásica. Mi abuelo, siempre impecable, me entrega un táper con comida caliente. La cocina él, y además de ser muy rica, es más de lo que yo puedo comer. Me recuerda entonces que nunca coma más de lo que me pide el hambre y yo le hago caso. Incluso hoy.
Todos los viernes como lo que mi abuelo cocinó especialmente para mí mientras me lleva a la terminal del 51 que va de Constitución a Banfield y me deja a unas cuadras de mi primaria. El año siguiente voy a cambiar de escuela. Por eso, las clases con Daniela. Por eso, mi abuelo en su Peugeot gris.
Todos los viernes de ese año son veinte o treinta minutos con mi abuelo, es la radio encendida con música clásica, es el táper con comida caliente. Son las calles, el auto y mi abuelo. Y el 51 en Constitución. Es mi abuelo, siempre impecable, y la comida casera. El táper. El auto. La música clásica. Yo, a los doce años, y mi abuelo en su Peugeot gris.